Todo un día ante mí su puerta abierta en la que nadie lee el
destino
Todo un día de mil y mil detalles inolvidablemente olvidados
Todo un día que comienza en su herida y yo ignoraré
siempre
Si tuve frío si tuve hambre si tuve pena si
Ah moverse por qué moverse cambiar de lugar ir descender al
fondo del agujero qué
Necesidad tengo de moverme de mirar la botella y el desorde
No sé siquiera si es aquí o es allá donde ha cambiado el gris
menos gris un auténtico
Insulto y todos los gestos maquinales maquinalmente hechos
Había sol en otro barrio de la ciudad
Fantásticamente vacía ni se sabe hasta qué punto puede una
ciudad
Estar vacía
Y sin palabras No hubiera
Creido nunca a París capaz de esto
Capaz aquel día
Este es un estracto de "Habitaciones. Poema del tiempo que no pasa" (1969) de Louis Aragon cuando el poeta contaba ya con 72 años. Uno más tarde, la muerte de Elsa Triolet, su compañera inseparable, sumiría al poeta en un silencio del que sólo, tras su propia muerte en 1982, se rescatarían algunos textos. "Habitaciones" es un testamento, una confesión de indignidad, la última palabra del superviviente en la antevíspera del naufragio, memoria total recreada de una navegación larga y tortuosa, a la puerta de la oscuridad más absoluta, cuando el poeta no tiene ya otra cosa que invocar que no sean la muerte, el silencio y el olvido. Aragón que sobrevivió al surrealismo, al sueño de la Revolución y al despertar de Stalin, a Breton, a la esperanza, a Eluard...a Elsa incluso, fue un superviviente también de sí mismo al que sólo el espejo acompañaba, ese espejo gris en el que no se es más que una lágrima que cae muy lenta,camino de la nada.
1 comentario:
Me encanta tu collage.
Mis felicitaciones. :)))
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